Un día a la vez

El camino de la vida está compuesto por diferentes días. Un día cualquiera, date la oportunidad de detenerte y observarte hacia el interior, permítete ser amoroso contigo y no juzgues tu recorrido. Ama cada parte que conforma tu proceso. Somos individuos con diferentes historias pero al final todos nos movemos por amor. Que el ruido exterior no nuble tu verdadero propósito. No te amedrentes por lo que piensen sobre ti, sólo tu sabes la verdad que habita en tu corazón. Acalla las voces muertas de pensamientos negativos que nada tienen que ver contigo. Busca rodearte de almas auténticas que vibren en tu sintonía. No te conviertas en verdugo de tus enemigos, cada uno al final cosecha lo que siembra. Ocúpate de buscar plenitud y por sobretodo, mira a tu alrededor y ofrece tu mano. Hay algo en ti que es valioso para otro. Recuerda que las heridas de tu alma en algún momento cicatrizarán, encárgate de mirarlas con respeto, de alguna manera ellas son fruto de un pasado doloroso. Aprende de ellas pero no te pongas la vara imposible de no reincidir, es muy probable que tu espíritu te guíe a volver a aprender nuevamente sobre experiencias parecidas. Hay días lentos que regalan confianza, que te muestran en el espejo que eres único y valioso. Confía en tu intuición, no dejes que otros decidan por ti. Tu corazón bondadoso te dará las señales que tu mente busca para evolucionar. No abandones tu vida, siempre habrán motivos para esforzarte y continuar. No dejes que invadan tu espíritu, porque ese día perderás la brújula de tu camino. Permítete días nublados, no serán todos así, pero te enseñarán a agradecer la luz brillante del sol. Nunca niegues tus raíces, ellas te conectarán con la persona que eres. Y por último, agradece siempre. Tarde o temprano, todo lo bueno y todo lo no tan bueno vino a ti por alguna razón, no te empeñes en buscar respuestas, hay algunas preguntas que tardan ser respondidas, y otras que llegarán incluso a destiempo. Suelta tus incertidumbres al viento y confía.