Día de la Tierra con significado
- The Conniest
- 22 abr 2020
- 4 Min. de lectura

Desde el comienzo de la pandemia por COVID-19, que estamos viviendo como en una película de terror, suspenso y drama al mismo tiempo, y sin siquiera poder visualizar el desenlace. El mundo ha cambiado y nosotros con él, dejamos la rutina de nuestra vida e iniciamos un viaje involuntario sin retorno hacia lo desconocido e incierto, lo nuevo nos genera miedos e inseguridades, no estamos acostumbrados a temerle a la muerte a diario, y este viaje no planificado que comenzó en diciembre del año pasado, en una provincia de Wuhan, China nos lo vino a mostrar, cuando se presentaron casos de fallecidos por una Insuficiencia Respiratoria Aguda sin precedentes, las personas empezaron a morirse en las calles, y cada día se engrosaba la lista de muertos, si muertos. Fallecidos por un virus de la cepa de los Coronavirus, que aparentemente se transmitió por el contacto entre el humano y animales exóticos en un mercado.
Conocimos por las redes los mercados de venta de animales, mencionaron al murciélago y luego al pangolín como posibles vectores, nos enteramos que allá se alimentan de perros y gatos, en nuestra cultura es algo impensado, ya que para nosotros en occidente son nuestras mascotas. Con la globalización, todo pasó de lo lejano a la cercanía de tener al enemigo justo al lado, y en marzo de este año, conocimos la tragedia. Desde entonces nada ha vuelto a la normalidad. Países del primer mundo como Italia y España experimentaron de cerca la pandemia, y día tras día el brote se convirtió en una pesadilla. No tardó mucho en llegar a nuestro país, el eprimer caso fue una pareja de Talca, que llegaban de unas vacaciones soñadas en Sudeste Asiático, esa realidad puso en evidencia que el virus ya había dado la vuelta al mundo y era momento de vivir en carne propia, la empatía que no alcanzamos a desarrollar cuando aún se encontraba lejos.
Desde entonces la vida nos ha cambiado a todos, nuestras rutinas diarias, nuestras dinámicas de relaciones, nuestros proyectos, todo se volvió efímero. Si bien, existen algunas teorías conspirativas al respecto, que en este momento no vienen al caso, lo llamativo es que cada uno ha pasado por todas las emociones existentes, y aún seguimos de pie. En medio del caos de los servicios sanitarios, las ciudades descansaron, los pavos reales de Madrid salieron a brillar, los delfines de Venecia volvieron a tomar protagonismo y hasta un juvenil puma bajó de sus aposentos y caminó por las calles de Santiago. Nadie podría imaginar siquiera que ese espectáculo fuera capaz de ser real y qué fantástica es la fuerza de la naturaleza, reclamado su espacio. Un día cualquiera, nos quedamos con la extraña sensación de que siempre fuimos nosotros quienes cohabitando el Planeta Tierra, nos desconectamos de los vecinos; el depredador era nuestro ego y la supremacía del razonamiento nuestra arma. Perdimos de vista lo simple y bello de la vida, el momento presente, el aquí y el ahora. Cada uno en su realidad, desarrollando planes de vida, a qué carrera entro, en qué universidad, qué postgrado sigo, cuál es la mejor oferta de trabajo, en qué empresa, qué upgrade de equipo móvil, qué lugares del mundo me faltan por viajar, qué auto, qué pareja elijo, cuántos hijos voy a planificar, qué auto familiar compraré, a qué casa familiar me cambiaré y repeat; la vida se convirtió en un planner. Olvidamos que la felicidad es un estado interior y que puede alimentarse de muchas maneras, pero siendo honestos, es más simple de lo que imaginamos. La pandemia, le puso la guinda a la torta a una crisis social que al menos en nuestro país, se gatilló en octubre pasado, con el alza del precio del transporte público. Vivimos en un desequilibrio como sociedad, donde los que tienen mucho no son capaces de ponerse en el lugar del que tiene menos, y en este caso, el virus nos viene a mostrar que ese estilo de vida, está obsoleto, no hay triunfo si no es en colectivo, y en relación a la pandemia, ha quedado demostrado, que es privilegio de pocos, la cuarentena, a la que muchos pregonan: Stay at Home, Yo Me Quedo En Casa, Lockdown, se vuelven frases para el bronce, cuando en la realidad quien no trabaja no puede comer. Si las estadísticas no mienten, se vienen días aún más difíciles, hablan del peak a futuro, y no muy lejano.

En un mundo más dinámico que nunca, nuevos paradigmas están viendo la luz, y el amor está de moda. La esperanza que nos queda es cuidar el único lugar habitable para nosotros, el Planeta Tierra, que hoy maravillosamente está de día y tiene un significado especial, porque certezas no quedan, pero sí muchos motivos para cambiar las conductas vintage. La Tierra, es el único lugar más perfecto, maravilloso y hermoso jamás inventado, reúne con equilibrio océanos, ríos, lagos, volcanes, glaciares, montañas, animales, plantas, frutas, verduras y a nosotros mismos. Tiene la potencia para generar desastres naturales, y también para regenerarse. Cada estación del año, primavera, verano, otoño e invierno ajusta los tiempos, la temperatura y la energía prudente para vivir en armonía con los ciclos de la vida. Cuidarla es cuidarnos a nosotros. La invitación es a vivir cada día en presente, con la sensibilidad de que somos parte de un colectivo, donde nos cuidamos, respetamos y agradecemos la bondad de vivir en comunidad aquí en nuestra madre Tierra.
Keys Words: Covid-19, Empatía y Comunidad.
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